¿Te encuentras a veces diciendo que sí cuando en tu cabeza lo que querrías decir es que no? ¿Tiendes a anteponer las necesidades de los demás a las tuyas? La única manera de sobrevivir al estrés laboral es gestionar de manera adecuada el «No». Desgraciadamente, la palabrita de dos letras se nos atasca con demasiada frecuencia.
El dilema con el que nos encontramos cuando no sabemos decir que no proviene de una lucha interna entre nuestros propios intereses y un deseo de agradar y encajar en sociedad.
Cuando nos hacen una petición, podemos reaccionar de tres maneras distintas:
- Nos conformamos: es decir, decimos que sí cuando queremos decir que no. Esto crea una falsa sensación de paz que luego se transformará en resentimiento y remordimientos.
- Atacamos: decimos «no» de forma agresiva. Suele pasar cuanta más confianza tenemos, porque estamos tan sobresaturados que notamos la petición como una invasión.
- Evitamos: lo dejamos sin resolver. «Déjame un par de días y te digo algo», pero nunca decimos nada. Y créeme, quedamos fatal con esta opción. Es mejor decir que no y que la otra persona dé el tema por finalizado que no darle una respuesta. Está bien tomarse algo de tiempo, pero ponte una fecha límite y contesta.
Decir que no te ayuda a mantener tu horario dentro de unos límites razonables.
Después de todo, complacer a todo el mundo lleva mucho tiempo y, si hay algo que no nos sobre a ninguno, es tiempo.
Pero…¿a qué digo que no?
Hazte una lista de tus prioridades (tres prioridades principales; no tienen que ser mil, porque si son mil es que no estás nada organizado). Si alguien te pide algo, verifica que te servirá para conseguir alguna de esas prioridades. Si lo que te piden no está en consonancia con los objetivos que quieres conseguir, di que no.
No hace falta que seas brusco, no ataques al responder. Simplemente, explica por qué no puedes hacerlo, con respeto hacia la persona que te lo preguntó. Incluso si dices que no, puedes fortalecer la relación con esa persona si lo haces bien. Por ejemplo, «prefiero decirte que no que decepcionarte más tarde».
Desgraciadamente, no podemos decir que no a todas las cosas que no queremos hacer. Porque para decir que no tenemos que aportar una razón válida para hacerlo, no puede ser simplemente «no me apetece nada de nada». Puedes ser tildado de poco colaborativo en tu trabajo.
Así que sé racional y propón una alternativa en el caso de que no puedas decir que no. Por ejemplo, hacerlo otro día que te venga mejor, otro día que no comprometa tu jornada laboral de hoy. La clave es ser flexible. Además, el compromiso es una vía de doble sentido: hoy por ti y mañana, por mí.
Por ejemplo, decir que no a tu jefe requiere un enfoque diplomático. Es importante tener una razón sólida y una explicación clara de por qué no, con una sugerencia de alternativa preparada. Intenta negociar.
O decir que no a los niños requiere explicar el motivo para que lo entiendan. Eso no quiere decir que lo acepten, pero les ayudará a comprender que no siempre vas a decir que sí a todo.
Decir que sí a todo también está relacionado con tu autoestima
Cuando no te consideras la persona más importante de tu vida, tiendes a poner tus sentimientos y necesidades en segundo lugar. Incluso puede que tus necesidades entren en conflicto con lo que te están pidiendo. Por ejemplo, necesitas descansar después de una semana de trabajo muy intensa, pero te «ves obligado» a asistir a una celebración de compromiso a la que no te apetece ir. Como resultado, te pasas toda la celebración enfurruñado porque estás muy cansado y lo que querrías es estar en casa.
La gente que dice siempre que sí lo hace generalmente por miedo a herir al otro o por un profundo deseo de agradar. Y cuando te enfocas en hacer felices a los demás, sin tenerte tú en cuenta, sueles ser el individuo del que todos se aprovechan y que no consigue lo suficiente. Cosas que influyen en tu percepción de ti mismo.
Decir que no implica respeto por la otra persona y por ti mismo.
Establece límites saludables.
En el ejemplo anterior, negarte respetuosamente a acudir a algo que te hubiera llenado el tiempo que necesitabas para descansar te lleva a decir que sí a salir al día siguiente con tus hijos y tu mujer. Es decir, que usas el tiempo en algo que va más alineado con tus prioridades.
Decir que sí siempre puede tener un impacto importante en tu carrera, en tu crecimiento personal, en tu gestión del estrés laboral (cuando dices a todo que sí, te ves desbordado)…
No lo tomes como algo sin importancia.
Feliz día libre de estrés

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