Aunque normalmente se hable del estrés como un único trastorno, la verdad es que tiene muchas caras. Cuando coloquialmente se habla de estrés haciendo referencia a ir corriendo todo el día con mil cosas que hacer, realmente no lo es. Por eso conviene empezar este artículo recordando qué es el estrés.
En psicología consideramos al estrés como el mecanismo que se activa cuando una persona se ve sobrepasada por un exceso de situaciones y circunstancias que superan los recursos con los que cuenta para hacerles frente.
Es decir, se ve superada al tratar de cumplir con las demandas que se le exigen (familiares, laborales, sociales…). Esta sensación de sobrecarga le condiciona e influye en todo su ser, tanto físico como mental.
Quiero aclarar que no todo el estrés es negativo. En determinadas circunstancias el estrés actúa como un proceso de adaptación al medio y previene de situaciones de peligro. El estrés positivo es temporal. En el resto del artículo haré referencia al estrés que calificamos como negativo.
Tabla de contenidos
Estrés agudo y estrés crónico
Según la Asociación Americana de Psicología (APA), el estrés tiene dos tipos en general: estrés agudo y estrés crónico. Veamos las diferencias y qué puedes hacer para evitarlo o minimizarlo.
1. Estrés agudo
Se caracteriza porque se ocasiona en un breve periodo de tiempo y normalmente desaparece con rapidez.
El estrés agudo es la manifestación más común en la sociedad actual. Aparece cuando la persona vive un proceso nuevo o excitante o pasa por situaciones complicadas, como una ruptura, un problema complicado en la empresa o cambios dentro de ella.
Puesto que su duración es corta, no suele ocasionar problemas importantes para la salud; solo si se da de manera exagerada puede provocar molestias estomacales (por ejemplo diarreas), musculares (contracturas) o migrañas, además de manifestaciones emocionales como la ira, la ansiedad o la depresión.
El suceso al que ha estado expuesta la persona que presenta trastorno por estrés agudo puede ser directo o indirecto. Por ejemplo, una exposición directa puede ser sufrir un acto violento o enfrentarse a un peligro de muerte. La exposición indirecta es ser testigo de lo que sucede a terceros, amigos o familiares.
La probabilidad de desarrollar un trastorno por estrés agudo es mayor cuanto más grave o recurrente es el suceso traumático.
Por tanto, el estrés agudo surge como reacción a una exigencia o presión puntual, es de corta duración y se maneja fácilmente.
Sus síntomas pueden ser:
- cansancio repentino,
- sensación de nerviosismo,
- síntomas tensionales,
- sobreexcitación,
- cefaleas que no duran en el tiempo,
- pies y manos fríos,
- sentimientos depresivos o
- una ligera ansiedad.
2. Estrés crónico
Cuando el estrés se prolonga en el tiempo, llega un momento en el que te envuelve y te sientes indefenso y vulnerable. No solo impacta en la salud sino que puede llegar a afectar a la autoestima, a la motivación y a la energía que necesitas para afrontar tu jornada laboral (y tu vida).
En ocasiones puede derivar en depresión.
La principal diferencia entre estrés crónico y agudo es la duración del episodio que puede llegar a ser de meses; la persona se acostumbra tanto a la situación que lo activa que puede llegar a no darse cuenta de que vive en constante estado de estrés hasta que le provoca problemas serios de salud.
El estrés crónico, considerado el enemigo silencioso, suele darse cuando la persona vive una situación sin salida, en la que se siente atrapada, algo deprimente y complejo, como problemas en la pareja o en el trabajo, problemas económicos, frustración con lo que hace, etc.
El estrés es inevitable, las ocasiones en las que se activa el estrés agudo son incontables y muy comunes, pero no debes permitir que te paralice ni que te afecte a la salud, convirtiéndolo en crónico.
El estrés crónico es agotador pues produce un desgaste físico y emocional continuo a la persona que lo sufre y afecta a los que le rodean. En ocasiones, este tipo de estrés induce la idea de suicidio y puede estar en el origen de un infarto de miocardio o de otras enfermedades sistémicas, como el ictus.
Los síntomas del estrés crónico deben ser tratados por psicólogos capaces de ayudar con terapia.
¿Cómo sé si padezco estrés crónico?
El estrés puede causar síntomas, tanto físicos, como psicológicos y emocionales. Muchas veces la persona afectada no relaciona las señales físicas y mentales con el propio estrés.
Si sufres algunos de estos síntomas puede ser indicio de estrés crónico:
- Insomnio y dificultad para dormir
- Taquicardias repentinas sin causa conocida
- Sensación de presión en el pecho
- Cefaleas, por toda la cabeza o en zonas localizadas
- Dolores musculares
- Problemas digestivos y/o intestino irritable
- Cambios en el peso: obesidad o pérdida de kilos. Malos hábitos alimentarios o pérdida de apetito.
- Te acatarras muy fácilmente porque tienes las defensas bajas.
- Pérdida de cabello abundante.
- Problemas en la piel sin causa conocida.
- Tendencia a los pensamientos negativos y obsesivos, con episodios de angustia o agobio continuo.
- Presión arterial alta.
- Desarreglos menstruales.
- Depresión o ansiedad recurrente.
- Agotamiento.
- Mala memoria, falta de concentración y despistes.
- Cambios en la conducta.
- Problemas sexuales.
- Desgaste a nivel celular y envejecimiento.
Saber si lo que padeces es estrés crónico no es fácil pues algunos síntomas, como has visto, se confunden con los de algunas enfermedades. La mejor forma de diagnosticarlo es acudiendo a un experto que realice las pruebas necesarias.
Es importante prestar atención a sus síntomas tanto físicos como psicológicos para poder salir de esta situación.
Si sospechas que puedes padecer estrés crónico, responde a estas preguntas y sabrás si está afectando a tu negocio:

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