
Las malas noticias se difunden con una velocidad increíble por el mundo. Un terremoto se propaga no solo por la zona del epicentro sino también por todos los medios de comunicación y las redes sociales del mundo. Ahora, vivimos bombardeados de malas noticias todos los días. Y eso, es un panorama que fomenta el estrés y la ansiedad puesto que crea una realidad incierta.
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La novedad y la incertidumbre son dos disparadores de estrés tremendos.
Es decir, cuando una situación es nueva y tenemos que afrontarla, o cuando no sabemos qué va a pasar, no tiene que suceder mucho más para que sintamos la realidad amenazante y nos inquiete, activando todos los componentes de la respuesta de estrés: ansiedad, angustia, miedo, desasosiego, nerviosismo, pensamientos negativos, dificultad para llevar a cabo conductas saludables como comer bien, dormir, bien, hacer ejercicio, estar de buen humor y tener ganas de socializar y disfrutar.
¡Casi nada!
Pero es que a eso se le suma la constante sensación de no control.
No sé si a ti te pasa, pero yo siento que muchos de puntos de referencia que antes teníamos han saltado por los aires y eso me genera desasosiego e intranquilidad.
Además, estamos constantemente amenazados en la base de la supervivencia: la salud. Siempre ha sido importante, pero no es algo a lo que se prestaba atención si se disponía de ella.
Ahora mismo es nuestro don más preciado, y estamos preocupados constantemente por ella y por la de todos nuestros seres queridos.
Menuda sobrecarga emocional.
Como para no tener estrés. Lo raro sería no tenerlo.
Y si a eso se le suma la tremenda sobrecarga laboral. Y también las dificultades para mantener el trabajo a flote. Muchos empresarios y emprendedores son incapaces de relajarse y se sienten frustrados por tener que trabajar doce horas diarias los siete días de la semana, pero si no lo hacen los problemas laborales son una fuente mayor de estrés y de ansiedad constante.
La mayoría de las empresas y profesionales independientes están muy afectados por la nueva situación.
El trabajo debe proporcionarnos autoestima, satisfacción y seguridad económica y debe ser bueno desde el punto de vista intelectual. Desgraciadamente, en la situación actual, la presión laboral se une a una inestabilidad económica y eso hace que el estrés se filtre por todos los poros de quien está al frente de un negocio. Y ya sabes cómo afecta el estrés a nuestra energía vital.
De hecho, ayer leía que un porcentaje altísimo de los profesionales están insatisfechos con su trabajo, porque trabajan más horas, con mayor presión y con menos oportunidades de avanzar en su carrera, disminuyendo enormemente su bienestar.
Y, además, trabajando más horas dificulta enormemente conseguir un equilibrio saludable entre la vida profesional y personal.
Si a eso le sumas el teletrabajo, que a no ser que se tenga mucha disciplina para separar el trabajo de la parte personal, hay muchos momentos en los que se vive con todo mezclado, claramente disminuye el bienestar.
¿Verdad?
Y esto no ayuda precisamente a estar relajado.
Además trabajar desde casa genera una falta de contacto humano importante.
No es lo mismo estar en la oficina, donde te relacionas, interactúas con la gente, que estar todo el día frente a la pantalla hasta para relacionarse con los demás.
Esto aumenta la sensación de soledad y aislamiento. Otro disparador de estrés
Fíjate qué reto más complejo para los líderes de las empresas, si quieren cuidar del bienestar de sus empleados.
Porque está claro, que el bienestar del profesional contribuye al éxito de la empresa. Hay cierta sabiduría empresarial en el hecho de tener satisfechos a los empleados, ya que muchas veces los problemas empiezan por pequeñas frustraciones.
Yo lo he defendido siempre. Si el profesional se siente bien, da lo mejor de sí.
Aporta mucha más energía, motivación y compromiso con la empresa. Y eso impacta directamente en el éxito del proyecto corporativo.
El conseguir que los empleados se sientan seguros y bien, siempre ha sido difícil pero hoy en día, es un reto muy complejo.
Por eso, es importante mantener el estrés a raya y que no nos debilite, ni fulmine el bienestar y la salud mental.
Y, para ello, el primer paso es saber qué es estrés y cómo tenemos que desenvolvernos en este momento en la vida para que impacte lo menos posible.
¿Son malas noticias? No.
Solo hay que saber que lo más importante para combatir el estrés es ser consciente de él.
¿Y porqué hay que ser consciente?
Por que aunque no lo creas, casi NADIE PIENSA QUE LO TIENE.
Nadie piensa que tiene estrés salvo cuando se ven muy sobrepasados.
¿Por qué?
Porque la mayoría ve el estrés como algo negativo, como síntoma de debilidad o vulnerabilidad. Cuando es de lo más normal tener estrés. Y en el panorama actual, muy normal estar sobrepasados.
La mayoría tenemos estrés
¡Cómo no! Con todo lo que está sucediendo.
La buena noticia es que se puede remediar.
El primero paso es reconocer que hay estrés.
Lo segundo entender bien qué es estrés y cómo le afecta a cada uno.
Cada persona tiene estrés en función de cómo es su realidad, como la interpreta y cómo la siente. El estrés es una experiencia unipersonal. Cada uno tenemos la nuestra.
Mi estrés probablemente no se parece al tuyo.
Pero una vez que entendemos cómo es nuestro estrés y qué lo desencadena, es muy fácil poner cortafuegos para que no vaya a más y acaben apareciendo sus efectos.
Como por ejemplo la ansiedad, ese desasosiego mental, físico, en el que se siente la amenaza o miedo por algo que parece que va a ocurrir.
Y el resto de consecuencias a nivel mental, físico y emocional: nerviosismo, malos hábitos, cuerpo débil, mente sin energía, pensamiento poco optimista, mal humor, incluso hasta hostilidad.
¿No te ha pasado que estás más irritable con los que te rodean?
Así que está claro que la actualidad está repleta de disparadores de estrés y ansiedad, pero también que podemos mitigarlos.
El soporte social, por ejemplo, no imaginas cómo reduce el estrés y la ansiedad.
Y es algo que se ha visto muy resentido por las nuevas formas de trabajar y vivir, con mucho más aislamiento y soledad.
Por eso es tan importante potenciarlo. Por ejemplo:
- Es crucial mantener e incluso ampliar tu red de personas, no imaginas cómo calma el malestar. Interactuar con otros cambia incluso la química cerebral, aumentando la serotonina, sustancia química del cerebro que regula el estado de ánimo. Para que te hagas una idea de su importancia, en el tratamiento de la depresión por ejemplo, el efecto del apoyo social a menudo es mayor que el efecto del propio antidepresivo. Genera mucho más bienestar estar rodeado, comprendido e interactuando con otros.
- Escuchar, pues hace que te enfoques en el otro y no tanto en ti y en tus inquietudes o desasosiego. Ponerte en la situación de la otra persona, entrar en su realidad, comprenderla hace que dejes completamente de lado la tuya.
- Compartir los sentimientos. Estamos en un momento tan complicado que hace sentir tan vulnerable, que compartirlo solo puede hacer bien. Porque ¿no te pasa que cuando compartes con alguien un estado similar te sientes mucho mejor después? Sentirse comprendido y escuchado es beneficioso.
- Y una última idea que, aunque muy básica, si la practicas a diario y varias veces al día no imaginas como aumenta tu bienestar: apreciar las cosas que podemos hacer ahora que no podíamos hacer antes con otro estilo de vida. Seguro que si reflexionas, encuentras cosas buenas. Quédatelas «in mente» y vuelve a ellas una y otra vez. Estimularás el pensamiento positivo, y una vez más, te alejará del estrés y ansiedad.
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